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La derrota que dejó al gobierno sin brújula

El 04 de septiembre de 2022, Chile rechazó la propuesta de nueva constitución elaborada por la Convención Constituyente, proceso que lideró la izquierda representada principalmente por la “Lista del ¨Pueblo” y el Partido Comunista. Ese día, la ciudadanía votó Rechazo por un 61,89 % (7.882.958 votos), mientras que el Apruebo sólo alcanzó a 38,11 % (4.860.093 votos). En el acto participaron 13.021.063 votantes (un 85,81 % del padrón electoral). El año anterior, la misma ciudadanía había aprobado, por un contundente 78,28 %, la idea de redactar una nueva constitución para Chile.

El resultado fue una estocada al corazón del programa de gobierno, que había apoyado con fervor el texto de la nueva constitución. En junio de ese año, el ministro Secretario General de la Presidencia, Giorgio Jackson, había dicho en CNN que “buena parte de las reformas que planteamos tienen como principal obstáculo: la actual Constitución. El tener una nueva Constitución es una condición sine qua non para llevar a cabo estas agendas.”

La abrumadora derrota dejó a Boric y compañía sin la brújula que esperaban tener para guiar la gestión de gobierno, que hasta ese momento había estado marcada por la improvisación y malas decisiones, como fue el episodio protagonizado por la ex ministra del Interior, Izkia Sichez, quien fue expulsada a balazos de Temucuicui. Así, la administración Boric tuvo que “resetarse” y buscar apoyo donde no lo quería: en los partidos de la vilipendiada ex Concertación.

A solo dos días de la debacle electoral, Boric realiza su primer cambio de gabinete. Asume como ministra del Interior, la experimentada Carolina Tohá (PPD), y un golpeado Giorgio Jackson sale del comité político para asumir el Ministerio de Desarrollo Social. En su reemplazo, llega a palacio Ana Lya Uriante como Ministra Secretaria General de la Presidencia, muy cercana a Bachelet.

Ayer se cumplieron tres años de ese plebiscito, que posteriormente dio pie a otro esfuerzo por tener una nueva carta magna, que fue liderado por el Partido Republicano. El resultado, otro desastre producto de la rigidez con que el partido de José Antonio Kast condujo el trabajo del denominado “Consejo Constitucional”.

En un primer momento, nadie se imaginó que, al final de dos procesos constitucionales, con prácticamente dos años perdidos para el gobierno y 324 millones de dólares tirados a la basura, finalmente Chile iba a validar y legitimar la constitución elaborada por la dictadura de Pinochet. La solución institucional que los partidos políticos encontraron para terminar con el “estallido social” resultó ser un juego del destino que nos dejó en el mismo lugar de donde estábamos. Un sarcasmo político que, a todas luces, hoy es difícil de explicar.

Por Marcelo Patroni, director de El Fuerte

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